El impacto que un anuncio de publicidad tiene en su público depende en gran medida del soporte en el que se le muestra, y de cuanto llegue a sorprenderle, pero también lo hace del ruido al que esa audiencia está sometida mientras percibe el anuncio de publicidad. Y en el cine, las palomitas actúan como una potente fuente de distracción.
Aunque de seguro que entre alguno de nuestros lectores se encuentra precisamente ese que se queja siempre del vecino de la butaca de al lado, del de la de atrás o del de enfrente, del mucho ruido que hace con la dichosa bolsa de palomitas, resulta que aún tendrá que darle las gracias, al menos si esta misma persona odia la publicidad en el cine, porque resulta que entre otros efectos, tanto las palomitas en sí mismas como el ruido que producen actúan como una potente distracción que hace que el mensaje publicitario no llegue a la audiencia.
El estudio del que hablamos lleva por título Las palomitas reducen el impacto de la publicidad en el cine según un estudio, y ha concluido después de analizar el comportamiento de 96 personas que aquellos que comían palomitas no recordaban a las marcas protagonistas, explicando que la primera vez que vemos un anuncio, en realidad tendemos a pronunciar insconscientemente con los labios la marca, que luego recordamos. Pero estar masticando las palomitas evita este acto, lo que implica que al final de la sesión, no se recuerda nada de lo emitido.
Lo cierto es que parece incongruente, al menos al haber visto precisamente cómo en las salas grandes estrategias de marketing han probado desde siempre a introducir las palomitas y asociarlas al séptimo arte como un gran logro, que ahora, se demuestre que influyen de manera negativa en la publicidad de la gran pantalla. Así que las marcas noveles que busquen diferenciación y recuerdo deberían tenerlo en cuenta y quizás buscar un soporte mediático más idóneo.
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Imagen| kozumel