La verdad es que cuando se trata de cuestiones de identidad corporativa hay que ir con mucho cuidado, porque cualquier cambio indebido puede llevarnos a un terreno muy pantanoso. Sin embargo, eso es una norma para medianas y pequeñas marcas, porque las grandes marcas, que en el campo de la publicidad son muy pocas, pueden permitirse el capricho de cambiar sus colores sin perder ni una sola impresión de público objetivo.
Con toda esta reflexión me adentro en el mundo de Coca Cola, que ha decidido cambiar su packaging de Navidad y apostar por uno que nada tiene que ver con lo habitual en sus latas rojas, y que esta vez pone a osos y al blanco color de la nieve como protagonistas.
En realidad esos osos han sido los protagonistas de muchas de las campañas de Coca Cola, pero jamás habíamos visto un cambio tan radical en sus envases rojos y jamás nos había llamado tanto la atención. y es que ya se sabe que detrás de las estrategias arriesgadas es donde se obtiene el éxito, pero la regla es precisamente no tocar la identidad corporativa. Aunque como bien dijo un sabio, las reglas están para romperlas, y sin excepciones las reglas no existen, por lo que aunque son pocos los que pueden jugársela como Coca Cola, creo que en este caso, a la marca le ha valido la pena.