Probablemente muchos de los que se sienten atraídos por el mundo del marketing habrán visto como en muchos casos, las acciones comerciales toman el efecto dominó como eje de una campaña cualquiera, con los cambios que se necesitan para adaptarlo a la propia marca. Me refiero a eso de colocar una serie de fichas, que no siempre son de dominó, pero si que tienen la misma interpretación; es decir, que una vez que tiramos una, las demás empiezan a caer un detrás de otra.
El efecto Dominó se usa tanto en el mundo del marketing precisamente porque crea una sensación en el público que deja un efecto sorpresa, y que además llaman a contárselo al resto del mundo. Una marca de repente nos sorprende en el medio de la calle, con un anuncio que no es anuncio si no que nos deja boquiabiertos. Y nosotros que somos o no fans de la marca sentimos la necesidad de contarle al resto del mundo lo que hemos visto. Probablemente muchos crean que es la mejor manera de alcanzar a aquellos que por otros medios sería casi imposible, y por ello el uso de esta técnica va en aumento.
La verdad es que hay muchos ejemplos, pero no se extrañen, si con lo de que la publicidad habitual va en descenso y crece la inversión en nuevos medios empiezan a ver más de los que pensaban que serían posibles. Avisados ya están.
