Para que una publicidad sea realmente eficaz no basta con ser bonita y cara, sino que ha de lograr algo muy importante y al mismo tiempo muy difícil: la implicación del receptor.
Cuando el público verdaderamente se implica con el mensaje publicitario, siente que forma parte de él y se identifica con la campaña es cuando podremos hablar de publicidad eficaz. Es cuando realmente lograremos no sólo captar la atención, sino provocar el interés y la retención y recuerdo del mensaje.
Si lograr esto es difícil en campañas comerciales, imaginaros en aquellas campañas en las que todo es mucho más difícil, como es el caso de aquellas con objetivo de concienciación social. Sin embargo, aquí tenemos hay una gran ganadora.
Se trata de una acción realizada en pro de afectados por la horrible enfermedad que es el Alzheimer. El objetivo era lograr que una masa importante de personas sintieran la misma confusión y desorientación que sufre un enfermo de Alzheimer. Para ello se eligió la gran pantalla, el cine. Ante una sala abarrotada de personas que esperaban que diera comienzo la película por la que habían pagado, se puso en marcha otro film diferente.
El desconcierto del personal presente en la sala y la reacción una vez que se les explica que han sido víctimas de una campaña en ayuda a los enfermos de Alzheimer muestran el nivel de eficacia que logra. En tan sólo unos segundos y sin recurrir a últimas tecnologías e imágenes impactantes, se logró crear en estas personas el desconcierto buscado para, posteriormente, hacerles entender que han vivido durante unos segundos lo que un afectado por Alzheimer vive en su día a día.
En esta ocasión, el fondo ha superado a la forma y lo ha hecho con un éxito envidiable. Una campaña que creo ha de ser admirada por todos los que formamos parte de este mundillo.
Lo vi en Anuncios y poquito después en Ads of the World