El sexo de las marcas: porqué si que lo tienen

Aunque suene un tanto extraño, lo cierto es que las marcas, bien de forma predefinida y estudiada, que es lo que ocurre por lo general; bien por el discurso y el tono que adoptan a la hora de comunicarse con sus clientes acaban por convertirse en un ente con sexo, o bien masculino, o bien femenino, o bien ambos.

La realidad de las marcas, o mejor dicho, de la imagen de las marcas es mucho más compleja que lo que el consumidor por si solo percibe, y precisamente por eso se hace bastante complicado en muchos casos entender los entresijos de porque unas nos gustan más, otras menos, o porque sentimos que ciertas de ellas no son para nosotros, y no me refiero a una cuestión económica porque no nos podamos permitir sus productos, sino más bien a una cuestión de identificación con la firma en cuestión.

Aunque existen muchas fórmulas para definir el sexo de una marca, porque por lo general todas lo tienen, lo importante a destacar en este caso es precisamente la importancia que tiene este factor para las marcas, porque al igual que socialmente si somos hombres o mujeres no hablamos igual con el mismo género que con el contrario, ocurre en el mundo del marketing y la comunicación B2C. Precisamente por ello es importante pulir estos efectos, y concentrar el discurso adoptando uno de los dos géneros de forma definida, y no tiene porque ser femenino para la venta de productos femeninos o viceversa, sino que se tiene que adaptar precisamente a las relaciones sociales que las personas tienen entre sí en la vida real, con argumentos que pese a que el consumidor final no percata de forma consciente, los entiende a la perfección a la hora de procesar la información

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La verdad es que las marcas tienen tras su imagen, su discurso y su filosofía todo un entramado comunicativo social muy difícil de lograr en el caso de que se quiera una estrategia claramente definida y con miras al futuro, pero para eso detrás de todas ellas hay un montón de gente trabajando, aunque a veces parezca que el logo o el último anuncio sea tan sencillo que a un niño pequeño se le podría haber opcurrido